Adela Basch
Ilustrado por Jimena Tello
48 páginas
Cuento
ISBN 9789873506987
087-0207
Una abeja decide salir a explorar fuera de su colmena, y en este viaje conocerá seres nuevos y diferentes. Al volver contará a sus amigas su experiencia y lo que descubrió con ella.
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Muchas veces me pregunto cómo sería ser alguien distinto de quien soy yo. Por ejemplo, ser alguien que vive en China. O en una isla en el medio del mar. Entonces me imagino que hablo otro idioma.
Que en lugar de desayunar con mate y tostadas, tomo y como otras cosas. Que uso ropas que acá donde vivo, en Buenos Aires, me harían parecer disfrazada. A veces juego a imaginar que no soy una persona, sino un ser vivo diferente: un animal que vuela o un árbol, tan alto que llega hasta las nubes. Cuando aprendí a leer me gustaba imaginar que era un personaje de un libro. Así, fui Alicia en el País de las Maravillas, Aladino, un pirata, una hechicera, y de esa manera tuve muchas aventuras fascinantes. Una vez se me ocurrió imaginarme que era una abeja y me puse en su lugar. En este libro cuento lo que me pasó, que es muy parecido a lo que me pasa cada vez que hago de cuenta que soy otra persona: mi vida se transforma, porque sigo siendo yo y, al mismo tiempo, tengo otra vida.
Mi relación con los jardines comenzó cuando era chica, en Francia, donde crecí, en la casa de campo familiar. En ese jardín hermoso, lleno de flores y de árboles centenarios, me encontré con abejas, grillos, hormigas, erizos, sapos y conejos. Sentía que era un mundo que a la vez era parte de un mundo más grande; igual que la abeja de esta historia. Y quería dibujarlo todo. ¿Cómo abarcar tantos colores, tantas formas? Más grande, decidí estudiar en la Escuela de Arte. Y me fascinaron algunos pintores como Henri Rousseau, que pintaba selvas ¡sin haber salido nunca de su casa!
Ahora, cuando me toca trabajar en un libro con jardines y sus criaturas, me deleito con cada detalle: me transportan sin escalas a esa niña un poco gruñona que se sentaba a dibujar abajo del tilo para no aburrirse. Y así puedo, también, bosquejar el tiempo, el que se guarda en la memoria.
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